¿Quién defiende a los Jubilados?
El Espejo Del Alma II
El destino de grandeza de un país no puede prescindir del cuidado y respeto a nuestros mayores y menos condenar a la indigencia a sus hijos y nietos.
Los índices de pobreza superlativa reflejan que nuestros niños no estarán suficientemente alimentados con las proteínas necesarias para desarrollar su intelecto y menos calificar para llegar a “viejos”.
Es una constante argentina la ineptitud política que no quiere comprender, que el límite de las acciones de los hombres está en no dañar a los niños y a los mayores; hay que ayudarlos siempre. Tal es así, que la incapacidad moral que presupone el conservar poder político, jamás tiene en cuenta el “deber ser”, solo convierte las mieles del éxito en una desdibujada imagen de gobernante.
No me voy a cansar de repetir que la eutanasia social al grupo etario más débil continúa en aumento en nuestro país. Ello es porque el 40 % de la clase media, o lo que queda de ella, se autodefine pobre según su propio criterio y el 60 % dice ser de clase baja; en ese contexto se acabó el soporte familiar para los jubilados y así es como los condenamos lentamente al desahucio.
Nuestros jubilados al igual que los niños, no tienen opciones, consumen. Consumen y no producen porque no pueden o ya lo hicieron, y el país que eligieron como deudor de su trabajo, les ha fallado.
Son acreedores eternos que están muriendo sin cumplir su sueño de una vejez tranquila, del “jubileo” que les prometió el sistema.
Sin embargo, son también culpables de haberlo permitido, confundieron ser pasivos en un sistema económico, donde la pasividad a la hora de votar nada tiene que ver con votar bien, y votar bien es también hacer la revolución para generar un cambio, que no solo con libertad se hace, sino también con responsabilidad.
El “Veto presidencial a los jubilados” ya fue, era sólo una actitud inevitable para conservar poder sin mirar a quien. La verdadera respuesta está en crear un SISTEMA PREVISIONAL MODERNO que respete a raja tabla los aportes de cada trabajador en actividad, que controle el aporte patronal sin asfixiarlo y le permita al patrono acompañar un incremento constante del sistema productivo, creando nuevas fuentes de trabajo y con bajos impuestos para optimizarlo.
En ese momento los jubilados podrán sentirse respetados como personas, más si sienten que se cuidan sus aportes y tienen un sistema que equipare la edad jubilatoria de hombres y mujeres, haciendo verdadera la igualdad de derechos, no como en el período 2007/2011 de nuestra reciente historia, en que moratoria de por medio , se compensaron años de servicio sin aportes y se otorgaron más de un millón y medio de jubilaciones inconsistentes, lo cual ha quebrantado el sistema, restándole su principal atributo de solidaridad aunque muy proselitista para el gobernante de turno.
La edad avanzada que hoy es una constante, resulta inevitable para analizar la evolución de un sistema previsional que debe acompañarla, no abandonarla y para ello, las edades jubilatorias, por más ingrato que suene y sea “políticamente incorrecto”, deben equipararse para hombres y mujeres, elevándose progresivamente la edad jubilatoria para sanear un sistema en crisis, en el cual el número de aportantes en actividad decreció siete veces en las últimas décadas. El Estado de bienestar no implica solamente la solidaridad, sino la eficiencia y esta debe ser el patrón de mando para que sea sostenible en el tiempo.
Así es como desde la ineficiencia del Estado, se consolidó la crisis del sistema previsional, que hoy mismo, en pleno auge del espíritu reformista y trasparente que se pregona, mantiene las jubilaciones de privilegio sin siquiera sonrojarse, siendo su derogación (que propongo) un acto de equidad, de justicia y de reconciliación con nuestros mayores, cada vez más longevos, demandantes y desamparados, que no puede obviarse por más tiempo, mal que le pese a “la casta” de la que tanto se habla sin siquiera ponerla nerviosa.
No nos olvidemos, con la Constitución en la mano, que todos somos iguales ante la ley, y aunque en Argentina sabemos que unos lo son más que otros, aún hay esperanzas. Estas premisas que me permito compartir, serán visibles si elaboramos propuestas juntos, propuestas que puedan tratarse en el Congreso de la Nación como políticas de Estado a largo plazo, pero que al mismo tiempo puedan verse reflejadas a través de los ojos de nuestros jubilados, el espejo del alma que nadie mira.
Dr. Hugo Daniel Niemevz. Abogado Matriculado Honorario CPACF, ex Presidente del Partido Jubilados en acción, Apoderado y Vicepresidente del PARTIDO DE LAS CIUDADES EN ACCIÓN Distrito Capital. Email.hdniemevz@gmail.com